abril 18, 2010

Antes que ellos crezcan




















Hay un período cuando los padres quedamos huérfanos de los hijos.
Es que los niños crecen independientes de nosotros, como pájaros imprudentes.
Crecen sin pedir permiso a la vida.
Pero no crecen todos los días, de igual manera, crecen de repente.
Un día se sientan cerca tuyo en la terraza y te dicen una frase con tal naturalidad que sientes que no puedes más ponerle pañales a aquella " criatura".
¿Dónde fue que anduvo creciendo aquella insignificancia que no lo percibiste?
¿Dónde quedaron la placita de jugar en la arena, las fiestitas de cumpleaños con payasos, los juguetes preferidos?...
El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.
Allá están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas, con
el uniforme de su generación, e incómodas mochilas de moda en los hombros.
Allí estamos, con los cabellos casi emblanquecidos.
Esos son los hijos que conseguimos generar y amar a pesar de los golpes de los vientos y de la dictadura de las horas. Ellos crecieron medio amaestrados, observando y aprendiendo con nuestros errores y aciertos. Principalmente con los errores que esperamos que no repitan.
Hay un período en que los padres vamos quedando un poco huérfanos de los propios hijos...
Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.
Crecieron, sin que agotásemos con ellos todo nuestro afecto.
Al principio fueron al campo o a la playa entre discusiones, galletitas, navidades, pascuas, piscinas y amigos.
Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, pues era imposible dejar el grupo de amigos y a los primeros enamorados. Los padres quedaban exiliados de los hijos.
"Tenían la soledad que siempre desearon". Pero de repente, morían de nostalgia por aquellas "pestes". Llega el momento en que sólo nos resta quedar mirando desde lejos, rezando mucho (si en ese tiempo nos habíamos olvidado, recordamos cómo rezar) para que, en la búsqueda de la felicidad, la conquisten con pocos dolores.
El secreto es esperar...En cualquier momento nos pueden dar nietos.
El nieto es la hora del cariño ocioso y picardía no ejercida en los propios hijos y que no puede morir con nosotros. Por eso, los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño.
Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto.
Por eso es necesario hacer algunas cosas adicionales...ANTES QUE ELLOS CREZCAN !!!...

Sólo aprendemos a ser hijos después que somos padres,
Sólo aprendemos a ser padres después que somos abuelos... en fin...
Sólo aprendemos a vivir después que ya no tenemos más vida...

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